Cementerios viejos, campos de béisbol, fábricas abandonadas, casas puritanas. El bosque parece aplanado por la historia.
El tren avanza lentamente por Massachusetts. El vagón es una sala de espera: businessmen escriben reportes financieros, un señor tararea una canción desconocida.
A mi derecha un campo lleno de cadáveres de coches.
¨Welcome to New Lond(on)¨ dice el señalamiento: un puente atraviesa la bahía como si fuera una montaña. De vez en cuando se abre el bosque, aparecen casas junto a lagos grises. Pienso en Thereau.
Leer a Joan Didion me deprime, pienso en la palabra ¨placidez¨.